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los piojos

historia de la banda piojosa....

historia de la banda piojosa.... Todo comenzó el 21 de Septiembre de 1986 en el colegio Bernardino Rivadavia de El Palomar. Los chicos la estaban pasando bárbaro. Todos bailaban y se divertían. Pero había uno que sobresalía. Era Miguel Angel Rodríguez (Micki) quien, con unas calzas adheridas a sus piernas, se movía de una lado para el otro. Además de gustarle la joda estaba aprendiendo a tocar el bajo. Al costado del patio estaba parado Daniel Buira, que se descostillaba de la risa al ver al petiso en acción. El estaba en tercer año, tocaba la batería, había sido plomo de Los Perros Calientes y era compañero de Daniel "Piti" Fernández (guitarrista). Se juntaron y comenzaron a tocar. De inmediato sumaron a Micki en el Bajo, Juan Villagra en guitarra y a Diego Chávez en voz. Al principio era puro caradurismo, como suele suceder en la mayoría de las banditas que apenas embocan la nota en el encordado de la viola. Pero sin desanimarse partieron en busca de fechas para pasear covers de los Rolling Stones y hasta algún tema propio como "Siempre Bajando", que años después fue incluído en el primer disco. Sus primeros escenarios fueron los ya desaparecidos Caras Más Caras y McKartur. La idea era salir a tocar un rato, de cualquier forma.
Pero a Villagra le costaba ser de la partida y fue reemplazado por Pablo Guerra, que era amigo de Dani. Era difícil organizarse, porque siempre había uno que no se compometía tanto como el otro. Era el caso, por entonces, de Micki, que desaparecía cada tanto. Entonces Guerra trató de solucionar el inconveniente y propuso traer a otro pibe para que los sacara del apuro. Así apareció Andrés Ciro Martínez para ser el suplente de Micki en el bajo. Pero duró poco y nada, porque Micki volvió a ponerse las pilas. Aunque a Ciro no lo echaron. Siguió participando de los ensayos del grupo, pero ahora como músico invitado. Todos sabían que este joven de 20 años tenía buena voz, facilidad para escribir y además estudiaba teatro. Hasta que un día las cosas se dieron por sí solas. Chávez ya no participaba tanto del proyecto y Guerra sugirió que Ciro se hiciese cargo de la voz. Todos quedaron convencidos al verlo cantar una versión con armónica y guitarra criolla del "Blues del traje gris". Ya no habían dudas. Ciro era lo que necesitaba la banda. A partir de ahí empezó una nueva etapa para Los Piojos. Ensayaban en sus casas de Caseros, El Palomar y Villa Bosch. Andrés no tenía amplificador y enchufaba su micrófono al de las violas de Pablo y Dani. Y Buira tenía una batería de industria nacional que se le destartalaba. En el verano del ´89 encararon para Villa Gesell y consiguieron hacer quince shows a cambio de la comida.
A la vuelta pegaron una fecha en la Sociedad de Fomento de El Palomar (AFALP), ofreciendo un recital que hasta hoy es inolvidable para sus primeros seguidores. También deambularon por cuanta fiesta había en La Boca y dieron numerosos recitales a beneficio en escuelas estatales. Para entonces había una integrante nueva en la banda. En los teclados se sumaba Lisa Di Cione, compañera del secundario de Dani y ex novia de Piti.
En 1990, el grupo liderado escénicamente por el cantante Andrés Ciro Martínez resultó elegido banda revelación por los Redonditos de Ricota en el Suplemento Sí de Clarín. Los Redondos habían presenciado varios shows del grupo, e incluso el guitarrista Skay subió a acompañarlos en alguna ocasión. A esa altura, muchas caras eran más que figuritas repetidas entre el público, que cada vez se adhería con mayor fidelidad a la propuesta. Solían presentarse muy seguido en el Baroqué de Costa Rica y Armenia, en Palermo Viejo.
En 1991 viajaron a Francia, invitados por una organización de los suburbios de París que lucha contra los skinheads. Tocaron en el Festival Antirracista de Bondy. Aunque lo único gratis sería tocar. Los gastos del viaje corrieron por propia cuenta de Los Piojos, que debieron pagar cuotas de 160 dólares para financiarlo. Así lograron compartir el escenario con bandas cubanas, africanas y europeas. El contacto con Mano Negra fue importante para que la banda abriese la cabeza y entendiera que en la fusión de estilos estaba su futuro musical.
Hacia fines de ese año, Pablo abandonó el grupo por una propuesta de Los Caballeros de la Quema que por entonces parecían proyectarse mejor. Inmediatamente lo reemplazaron por Gustavo Kupinski. Su novia, de Ciudad Jardín, lo contactó con el grupo. Ese adolescente de 17 años, tocaba la viola desde los 10, había formado parte del club de fans de los Beatles y pasaba su tiempo escuchando tango, blues y jazz.
Con esas características se transformó en una herramienta fundamental para Ciro y su gente, más aún por su idea de ensamblar estilos musicales, que recién años más tarde lo lograrían.
No se puede pasar por alto que en 1992 Los Piojos compartieron un show en Obras Sanitarias con Abejorros y Los Perros Calientes. Poco después hicieron una fecha con La Renga en Babilonia. No muchos fueron los testigos que aguantaron hasta las 5 de la mañana para escuchar el rocanrol de Los Piojos. A toda esa movida vertiginosa se seguía sumando el apoyo por parte de Patricio Rey. Fue Así que la Negra Poli, manager ricotera, le recomendó al productor Gustavo Gauvry, del sello discográfico El Cielito, que se acercase a ver un show de sus "niños mimados" en un local llamado Boa Vista. Aquella vez, como tantas otras, volvió a subir Skay Beilinson al escenario como para que quedase sellado un padrinazgo absoluto sobre los pibes de El Palomar. Gauvry se interesó por ellos enseguida y les ofreció la edición y distribución de Chac Tu Chac, el primer material del grupo, que estuvo en la calle en el ´92. Los rockeros le pusieron bien en claro que el control absoluto de la carrera correría por su cuenta. Y de esa manera se tuvieron que hacer cargo de pagar la grabación del material. El manager de aquel entonces era Osvaldo "El Sordo" González, quien se encargaba de pagar con cheques a 150 días. Una deuda que Los Piojos fueron salvando en cómodas cuotas.
El disco no fue un boom, pero marcó el camino, con grandes temas como "Tan solo", o esa excelente adaptación del tango de Discépolo, "Yira yira", canciones que empezaron a ser difundidas en el programa de Mario Pergolini en la Rock&Pop. Se empezaba a hablar de ellos. Mientras tanto, en la banda comenzaron a producirse entredichos con Lisa. Estas situaciones hicieron decidir su definitiva exclusión del plantel piojoso.
Ahora con el disco bajo el brazo todo parecía encaminarse positivamente. Tocaban seguido en Arpegios, en Cemento o en El Arca de los Músicos. Cada vez se sumaban más seguidores a la propuesta musical. Eso los estimulaba a seguir componiendo canciones propias para grabar en 1994 Ay ay ay, su segundo álbum, para muchos el mejor que hicieron hasta hoy. Ahí aquellas ideas que habían extraído de Mano Negra en la experiencia francesa empezaron a cobrar vida, pero con espíritu rioplatense. De golpe afloraron la murga, el candombe, la milonga: "Es más estimulante revolcarnos en el barro de las orillas rioplatenses que en las de Manhattan o California". Ellos estaban convencidos de haber encontrado el rumbo. Hasta Jaime Roos, el popular músico uruguayo, los ponderó por lo bien que les salía el canbombe mixturado con el rock. Una noche que se los cruzó los felicitó: "Ustedes tienen mucho de Buenos Aires. Esa cosa rioplatense y callejera, medio arrabalera, que no veo en otros grupos que imitan al rock anglosajón o latino". Ellos, chochos.
Con varios centenares de shows, se convirtieron en los habitantes del under con más posibilidades de jugar en primera. Justo a mitad del los ´90, El Sordo dio un paso al costado del staff. Su alejamiento se dio en buenos términos, y rápidamente su lugar fue ocupado por un plomo de la banda, además de amigo del barrio, llamado Pocho Rocca.
Por lo general solían parar en la casa que compartían Andrés, Dani y Micki en Ciudad Jardín.
Ya para fines del ´95, después de que Andrés contrajera matrimonio, el grupo se volcó de lleno a preparar el posteriormente exitoso Tercer arco, que recién saldría a la calle en 1996, el mismo año en que nacia su primera hija llamada Katja.
Para la grabación de este disco se la pasaban encerrados en una sala de ensayos del barrio. Ya tenían el tema homenaje a Maradona. Y para colmo su letra llegó hasta los oídos del ex jugador antes de que la gente lo conociera. Pasó que Maru Di Giovanni, una maestra jardinera, amiga y asistente de la banda, le acercó la cinta al crack y éste les retribuyó la buena onda con una foto autografiada que los pibes colgaron en la sala de ensayo.
Y Tercer arco la rompió. Los Piojos sonaban en cualquier radio y hasta la gente adulta tarareaba el "uo papa uo..." de "El farolito", un hit con todas las letras. O "Verano del ´92", una historia que se remontaba a la temporada de aquel año, cuando andaba escaseando el "faso" en Buenos Aires, alrededores y ciudades balnearias. Semejante éxito sorprendió a los propios músicos. Por momentos les resultaba difícil saber llevar el control sobre la euforia que se había generado a su alrededor. A fin de año, el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, Los Piojos se presentaron en Obras Sanitarias, como lo solían hacer un par de años atrás Los Redondos. El grupo tocó ese viernes, sábado y domingo, ante 15.000 fans que los ovacionaron y coparon el estadio con trapos de muchísimos barrios. Ante el efecto del éxito desbordante, la banda respondió de la misma manera que habían ensayado Los Redondos: alejándose un poco del epicentro y rondando por el interior del país. De paso, prefierieron cuidar su intimidad y tomarse las cosas con calma. Por eso no aceptaron innumerables propuestas para exponerse ante las cámaras de televisión, rechazando una jugosa oferta monetaria para presentarse en La movida, de Juan Alberto Mateyko. Muchos pensaban que la agrupación en algún momento pisaría el palito, pero esto no sucedió. Hasta un productor bailantero los tentó para salir de gira por numerosas bailantes del país. Ellos partieron para Entre Riós, en donde estaba plagado de afiches que anunciaban: "La banda del momento se presenta en Concordia". Los chicos no lo podían creer. Las pibas se morían por tocar a Ciro y por robarle un beso o un autógrafo en las puertas del hotel.
Tardaron bastante en volver a tocar en Buenos Aires. Eligieron el Microestadio de Racing para convocar a sus numerosos seguidores en dos noches inolvidables. Su público ya acostumbraba a pelar banderas gigantes y a desplazarlas de un lado al otro del estadio. En la fecha del sábado ocurrió una desgracia con suerte. Una de las tribunas de madera estaba tan cargada que se desfondó. Algunos jóvenes contrajeron heridas leves que por suerte no pasaron a mayores. Cerraron 1997 con dos shows importantes: uno en el Parque Samiento, ante siete mil almas, y el otro en un festival que organizaron las Madres de Plaza de Mayo contra la impunidad. Lo llamaron "20 años de lucha. Ni un paso atrás". Fueron dos jornadas divididas entre el viernes 11 y el sábado 12 de octubre en el estadio de Ferrocarril Oeste. También tocaron Bersuit Vergarabat, Actitud María Marta, La Renga, A.N.I.M.A.L., Attaque 77, Las Pelotas, Los Caballeros de la Quema, Rata Blanca, Malón, Todos Tus Muertos y León Gieco. El fin de aquellas jornadas fue coronado con la presencia de todos los músicos abrazados a las Madres sobre el escenario.
Se tomaron el año siguiente (1998) con mayor calma. Decidieron parar la pelota y encarar un nuevo material. Entre febrero y marzo volvieron a los estudios Del Cielito para registrar Azul, otra vez bajo la producción de Alfredo Toth. En las letras se vislumbraba el efecto que había producido la masividad del año pasado. Tocaron en el Parque Sarmiento, que se volvió a llenar. En esa velada los acompañó el Coro Chiquicanto, todos vestidos de blanco, interpretando "Agua", que sería una de las canciones más difundidas junto a "El balneario de los doctores crotos" y "Desde lejos no se ve". Como novedades estaban los vientos, las cuerdas y hasta los samplers, todo enteramente masterizado en Nueva York. Hasta se dieron el lujo de invitar al Rifle Pandolfi, un amigo de la banda, para cantar en "El Rey del blues". A pesar de no tener una respuesta tan óptima en ventas como Tercer Arco, los beneficios llegaron a través de la difusión del video de "El balneario..." en la cadena televisiva MTV. Eso les permitió tocar en Guadalajara y Distrito Federal (México), San Diego, Miami y Los Angeles (Estados Unidos). El 24 de octubre convocaron a 15 mil personas en estadio de All Boys. Para sorpresa de los presentes, subieron a tocar como invitados Pablo Guerra, Ricardo Mollo, quien sacudió su guitarra en "Los mocosos", y Chizzo -contradiciendo los absurdos rumores que hablaban de rivalidad entre Los Piojos y La Renga- participó de una furiosa versión de "Llévatelo".
Encararon el verano de 1999 con un recital en el Autocine de Villa Gesell, en el que cantaron "It´s only rock and roll", de los Stones, cover que repetirían en Bariloche y en Junín. El contrato que Los Piojos habían firmado con DBN finalizó, y tras largas reuniones determinaron que querían seguir su carrera musical en forma independiente. Bautizaron a su propio sello El Farolito Records, y lo estrenaron con un disco en vivo. Ritual es producto de la grabación de los shows del 7, 8 y 9 de mayo en Obras, noches de gloria, con Maradona incluído. Detrás llegaron dos conciertos en el Polideportivo de Gimnasia y Esgrima de La Plata y otros dos en Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia. Meses después, retornaron a la Capital para afrontar un nuevo All Boys. Las entradas se agotaron enseguida y muchos fans no pudieron acceder al estadio. Debido a ello mucha gente (parte de la barra del equipo de Floresta) quiso entrar a la fuerza, produciéndose forcejeos y avalanchas en las puertas de acceso. La fiesta tuvo como invitados a los tres integrantes de La Renga. Veintiséis mil personas los ovacionaron.
Despidieron el milenio con un recital gratuito ante más de 100 mil personas que coparon la Plaza Moreno de La Plata. La prensa amarilla le sacó el cuero al público piojoso, definiéndolos como "delincuentes y drogadictos".
El 2000 llegó con una mala noticia para sus seguidores. Uno de los fundadores y baluarte del sonido conseguido por el grupo había dado un paso al costado en plena cúspide. Muchas fueron las versiones de su alejamiento. Pero Los Piojos prefirieron preservar el motivo en su intimidad. De todos modos, Buira siguió haciendo música aferrado a su grupo, La Chilinga. El baterista había dejado su lugar vacante en plena grabación del sexto disco. Y el grupo tuvo que retrasarla para salir en busca de un reemplazante. Luego de buscar insistentemente y en un corto lapso se presentaron con Sebastián Cardero en la batería. Con él tocaron en Chile, Santa Fe, Córdoba, Miami y Nueva York. Después llegó la presentación oficial del nuevo integrante el 7, 8, 9, 14, 15, 16 y 18 de julio en el estadio Obras Sanitarias. El público fiel de Los Piojos no se sumergió en la nostalgia por el integrante que se había ido, sino que se entregó al nuevo ritual con la misma devoción de siempre.
Finalmente Verde Paisaje del Infierno, el sexto trabajo discografico de la banda, vio la luz en octubre. Este disco los encontraría con Andrés a cargo de la producción artística -como todos sabemos el legendario Alfredo Toth fue su productor de los anteriores álbumes- y Ricardo Mollo esta vez se encargaría de la producción de las guitarras -además de su participación especial en el tema Morella- . La presentación del mismo fue un 16 de diciembre en el estadio de Atlanta donde se dieron al encuentro unas 30.000 personas, fue impresionante como a pesar del poco tiempo que tenía el disco en la calle todos cantaron los nuevos temas, desde los que ya habían sido tocados con anterioridad (El Reggae Rojo y Negro, María y José, Media Caña, San Jauretche, Luz de Marfil) como los que por primera vez empezaban a formar parte de los rituales piojosos.

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