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Crítica: "Civilización"
En su séptimo disco de estudio, Los Piojos se renuevan demostrando una loable capacidad de ensamblar canciones con gusto a rock de estadios.

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La expectativa generada alrededor del lanzamiento del séptimo disco de estudio de Los Piojos fue uno de los resultados más destacables de este trabajo. Desde la fecha elegida (7/8/07, el 87 es el piojo en la jerga quinielera) pasando por la cuenta regresiva en su página web, hasta la hábil determinación de tocar sobre el acoplado de un camión por el microcentro porteño lograron que la aparición de "Civilización" se haya convertido en una noticia de nivel nacional. Hasta Santo Biassati y Catalina dijeron "miren lo que pasó hoy con Los Piojos, que lindo embotellamiento generaron, ja ja ja que risa".
Pasando a lo estrictamente musical, Los Piojos venían de cuatro largos años sin novedades. Y allí se podía suponer desde una pérdida de voracidad tanto como ausencia de inspiración cuya consecuencia fue una separación temporal. En ese sentido "Civilización" prometía demostrar el grado de preocupación por actualizarse y confirmar eso de que Los Piojos son uno de los dos o tres grupos de rock en actividad más populares de Argentina.
Acá, en Argentina, popularidad es sinónimo de aceptación y adopción masiva para todo lo que venda un artista. Los Piojos, en ese sentido, nunca se complicaron ni salieron de los lugares donde el sentido común indicaba que tenían que estar. Eso puede hablar tanto de un tangible conservadurismo como de un instintivo sentido de la ubicación y poca tendencia al error o al fracaso. Y quizá lo único que permitió que los seguidores del grupo le festejen hasta las flatulencias sea que nunca hayan sometido a su público al riesgo de la experimentación. Además hay que reconocer que si bien la calidad de sus primeros tres discos supera ampliamente los resultados conseguidos con los últimos tres, la de Los Piojos es una discografía con picos y mesetas, pero sin pozos ciegos.
Lo primero que se oye en "Civilización" es un sonido que no se termina de distinguir si es de un teclado o una guitarra procesada. Después la guitarra funky y el bajo gordo invitan a pensar que la idea fue que de entrada se muevan las caderas del oyente. El estribillo de "Manjar" habla de aceite que cae sobre un cuerpo para calentar el ambiente e incluye uno de esos característicos fraseos de Andrés Ciro, ideales para cantar a voz partida en un estadio. Es interesante escuchar como se deforman las líneas instrumentales a partir de la mitad del tema, donde parece que cada músico hiciera una base distinta que en conjunto sabe espesa y vibrante. Después llega "Pacífico", hit innato, radiable, intenso y autobiográfico que tal vez hable de cómo viajan las creaciones del compositor a través de otros cuerpos y seres. Esta emocionante canción tiene el sello de la insuperable cosecha del primer disco, parece cifrar un amor correspondido para con un público fiel y culmina con un increscendo capaz de poner la piel de gallina. El tercer tema es el que debería resguardar el concepto central del resto de la obra, ya que es el que le da el título; "Civilización" es un pseudo reggae bailable con letra sobre asados, millones de trabajadores despedidos, sueños con Manu (Chao) y mundos separados por un río gris donde suenan distintas melodías. La letra deja ver una visión del mundo, pero no es una bajada de línea, sino que más bien se queda en la descripción algo pesimista del panorama global.
"Bicho de ciudad" abre el segundo acto después de un inicio apabullante. Acá se toman el tiempo y largan cinco minutos dulces, acústicos y que incluyen arreglos de cuerdas y percusión para una letra sobre los golpes de la vida y la manera de encandilar de los acontecimientos del futuro. A los dos minutos aparece una batería firme y el tema se pone más rocker, mientras las guitarras suenan prolijas e incluso hacia el final Ciro rapea un poco en la canción más elegante de la historia de Los Piojos (aunque será una de las más escuchadas en los fogones de los camping de Villa Gesell en el próximo verano, ya que es muy adaptable al formato acustihippie). "Pollo Viejo" es un espeso tangorock allà Leonard Cohen, con letra comicona y agresiva en la que Ciro critica a un músico que se pone "parecido a una vieja", toma pastillas azules (viagra) y no puede mirar a sus grupies porque se hicieron madres (como su ex novia, Julieta Cardinali, actual mujer de Andrés Calamaro). Se trata de una elevada composición que se acerca al "Blues de la artillería" de Los Redondos, y talvez sea el mejor ejemplo de fusión de géneros tango y rock registrado desde que Spinetta y Paéz hicieran "Gricel" o desde la versión de "Yira-yira" que grabaron los Piojos en su debut. Tiene un contagioso compás y seguramente le permitirá a Ciro desarrollar alguna de sus formidables coreografías durante los recitales. El sonido garagero de "Cruces y flores" logra el primer pico de intensidad distorsionada en "Civilización", generando un momento ideal para pogo desenfrenado; incluye duras guitarras acústicas, armónicas poderosas y estribillo donde Ciro señala que le "gusta y le duele su país". Tal vez encontremos allí una pequeña cuota de demagogia innecesaria ("trabajamos duro por nuestro crecimiento/ si la espalda duele/ corazón contento"). La letra de "Difícil" remarca la necesidad de pasión y emoción, en una canción oscura, densa y cuyos arreglos de cuerdas le dan un aire muy enérgico; allí Ciro llega a cantar con un tono compungido como Chris Martin (Coldplay).
Una novedad llega en los ajustadísimos tres minutos del octavo tema, íntegramente compuesto y cantado por el guitarrista Miki Rodríguez; los versos de "Un buen día" tienen un sonido neolaternativo casi garagero y describen imágenes, sensaciones y objetos ("una cortina de humo negro", "una manzana podrida en el limonero", "una salida buena es pasear al perro", "un galardón no sirve de nada") que le dan forma al "buen día" del coro (que recuerda en algo al "Day Tripper" de los Beatles). Contrastan pegándole después una colorida brisa folkie llamada "Basta de penas", que le gustará sobre todo a las chicas optimistas. Termina bien arriba, con palmas, coros y permite imaginar a Ciro cantándolo a la vera del Río de la Plata (pero del lado uruguayo). "Unbekeant" ("señor sin nombre" en alemán) es el segundo pico de intensidad de "Civilización", de principio agazapado y acústico que se transforma violentamente cuando llega al segundo 0:47; en ese momento aparece en escena riff terminante y de innegable parentesco con el de "Fantasma" (apertura del anterior disco piojoso, "Máquina de Sangre").
Los tres últimos tracks empiezan con una cinematográfica serie de fotos color sepia bautizada "Salitral", donde se crea una abolerada sensación de fulgor lóbrego. Lo más meritorio del tema talvez sea el trabajo de producción de la guitarra, que aparentemente suena invertida. El contraste es ahora con "Hoy es hoy", rock and roll urgente y mañanero cuyo primer minuto es ideal para ser usado como apertura de un programa de radio rockero; acumula la energía suficiente para irradiar ganas de hacer cosas. Y el cierre tiene un inicio parecido al de "El amor después del amor", pero se llama "Buenos días Palomar" y su concepto es más bien el de "Mañana en el Abasto" o "Penny Lane"; allí por primera vez la madre banda del rock barrial menciona en el título de una canción a su barrio. La delicada descripción pasea por las calles donde vivió su niñez y juventud el cantante. Ciro nos regala una mirada sonriente donde menciona "bicicletas", "el motor de un avión", un vecino rengo, unos ojos color miel y el fondo de una escuela donde alguien prende una vela. Es una declaración de amor que debería ser declarada el himno del barrio y cantada por los chicos en los colegios de la zona. La letra, circular y onírica, termina hablando de "un barco vikingo" que "va surcando el Maldonado para allá" y la última frase del disco describe una "lluvia negra en la vela de metal".
La acertada producción corrió por cuenta de Alfredo Toth, Pablo Guyot y Andrés Ciro y el material se grabó en los estudios propios de la banda, ubicados en una quinta de Paso del Rey, con Álvaro Villagra trabajando en el registro. Es destacable el consistente sonido logrado, sobre todo para la batería (con mayor hincapié en los agudos que en el bombo), aunque parecería que a las instrumentaciones percusivas les falta libertad, palos y quiebres. Y un buen indicio es notar que dejaron que Tucán (tecladista de Attaque 77) aporte creativamente en teclados y samples, dándole un brillo tecnológico que rejuvenece la estética del grupo (aunque no modifica la estructura de las canciones).
Lo mínimo que se puede decir de "Civilización" es que se trata de un disco antes que nada lindo y dulce. Andrés Ciro tiene un poder elogiable que le permite cosechar melodías y palabras que alientan, describen y llegan al corazón. Y la banda suena compacta y segura para acompañar ese mensaje.
Tal vez lo único insípido sea tomar conciencia de que se trata de la primera placa en cincuenta meses. Teniendo en cuenta que un período apenas mayor, cinco años, les alcanzó para grabar sus primeros cuatro discos (de "Chactuchac" en el´93 a "Azul" en el ´98) y darle forma a un género que fue banda sonora de la década del noventa argentina, daría la sensación de que perdieron cierta ansiedad. Los Piojos facilitaron el afloramiento de una cultura barrial, aunque es imposible determinar qué fue primero, si la esquina como centro de inspiración y representatividad para una generación de músicos y público, o los Piojos como banda emblemática de esa combinación. El hecho incuestionable es que el ambiente sirvió de fuente de inspiración y las canciones de sus primeros dos o tres discos tuvieron en el pavimento, las vías y las baldosas su materia prima. Y Ciro supo tejer desde el diálogo constante con sus camaradas del público las líneas centrales de su poesía arrabalera.
A nivel lírico "Civilización", como todos los discos de Los Piojos, apunta y se basa en el presente y el contexto social que lo enmarca. Y, dividiendo entre forma y fondo, se podría decir que la música es lo único permanente del grupo. En ese sentido, recupera bastante intensidad, demuestra un aggiornamiento sonoro y se destaca el valor de la experiencia al momento de redondear las composiciones propias.
Vemos acá a un grupo confiando en sus laureles, pero dan ganas de que tuviesen ganas de revalidarlos más seguido. Eso no quita que "Civilización" se asegure un lugar entre los mejores diez discos del año y hasta ahora sea lo mejor editado desde el mainstream local en lo que va del 2007. Las tribunas del estadio River esperan hacer retumbar estas canciones, seguramente el año próximo. Parecería que los temas fueron compuestos para resonar allí.
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